Debranding es una tendencia que se viene llevando a cabo desde hace unos años y que podría definirse algo así como “desmarquización”. Por medio del debranding las compañías lo que hacen es, básicamente, deshacerse de sus logotipos y dejar que sean otros elementos gráficos los que identifiquen y definan la marca. De esta forma lo que consiguen es que su imagen sea mucho más personal, tenga una mayor proyección de futuro, y además sea menos corporativa.
Coca Cola, que siempre ha estado a la cabeza en el mundo del marketing, probó en 2013 a lanzar sus productos manteniendo el diseño reconocible de su packaging, pero omitiendo la palabra “Coca Cola” sustituyéndola por los nombres personales más comunes del Reino Unido (esto también se hizo después en España). Con esta campaña, Coca Cola aumento el consumo en un 7% y disparó sus impresiones en las redes sociales.
¿EL DEBRANDING ES PARA TODOS?
La respuesta es no. Depende mucho del estatus de la compañía y del diseño original de la marca, y de si éste es capaz de madurar en el tiempo y evolucionar, sin estancarse como una imagen desfasada que más que un debranding lo que necesitará es un rediseño completo.
Nike lleva 50 años con nosotros y su imagen ha ido evolucionando con el tiempo y, sin perder su esencia, ha llegando incluso al debranding, consiguiendo con ello ser identificada por el público simplemente por su isotipo.
Por otro lado tu marca debe de estar preparada para cambiar y adaptarse. Si es demasiado grande, o demasiado corporativa o muy megalítica, el debranding puede generar un rechazo en los consumidores.
Si alguien se puede llevar el premio a la innovación y flexibilidad, es Starbucks. Su debranding fue todo un éxito.
Podemos decir por lo tanto que el debranding es un método eficaz para deshacerse del excesivo ruido que padecen algunas marcas, y con ello acercarse más al consumidor. Sin embargo, no todas las marcas están preparadas para ello, y hay muchos casos en los que el debranding puede suponer un cambio negativo.