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Hay pocas cosas que puedan resultar más estresantes que las críticas a un trabajo. Sin embargo, a raíz de esa presión surgirán nuevos puntos de vista, elementos que nos conducirán a la acción y hacia un producto final mucho más fuerte.

La colaboración es una de las claves de la nueva forma de diseñar. Hoy en día los diseñadores no se encierran durante meses hasta que tienen un material genial, o que ellos creen genial, entre manos.

El éxito de un diseño es fruto de muchos puntos de vista y las críticas son una manera de recogerlos. Revisar un diseño de forma temprana y con frecuenta, ayudará al resultado final.

La falta de un equipo que proporcione reacciones constantes, puede hacer difícil navegar en la dirección correcta. Pero hay diferentes formas de criticar ese diseño que tenemos en marcha:

Conoce las tendencias

Estar al día en las tendencias no consiste simplemente en saber qué cosas están funcionando, sino de comprender por qué funcionan. Cuando encontramos un diseño que nos gusta, no debemos limitarnos a guardarlo en la memoria, sino en recordar por qué nos ha gustado.

Hazte preguntas

Es interesante adelantarse a las preguntas que creemos que el cliente puede hacernos cuando vea el diseño por primera vez, y pensar en un forma de evitarlas. No debemos enredarnos en una explicación torpe, sobre todo si esas dudas pueden solucionarse previamente sobre el propio diseño.

Piensa en el consumidor

Imagina que eres el consumidor, muévete en sus zapatos y verás las cosas con una perspectiva totalmente diferente. Una forma sencilla de hacer ésto es utilizando a miembros de nuestra  familia e imaginar cómo reaccionarían ante ese diseño.

Pide opinión en línea

Si trabajas solo en internet tienes todo un mundo a tu disposición. Publicar ideas del diseño que estás haciendo en sitios como Dribbble o Behance, puede ayudar a recibir las opiniones de otros diseñadores, y así medir la reacción de tu trabajo.

Aprovecha esas reacciones

Las criticas no tendrán sentido si no actuamos sobre ellas. Por eso es importante cuestionar el diseño en una etapa temprana y de forma constante. Preguntarnos “por qué” continuamente. Solucionar un problema antes de estar plenamente sumergido en el trabajo nos ahorrará tiempo y estrés.